Leí este libro en mi post-adolescencia, y aunque nunca he sido un gran lector, debo admitir que el título me atrapó, tal vez porque en ese momento estaba buscando un sentido en mi vida. Quienes lo han leído sabrán que te engancha desde el principio y asombra por completo, especialmente al narrar la experiencia en los campos de concentración nazis desde la perspectiva de un psicoterapeuta que sobrevivió a múltiples situaciones de vida o muerte. Me impactó la forma en que describe esa realidad, donde los prisioneros quedaron literalmente sin nada más que sus sueños, y aun así mantenían viva la esperanza de seguir adelante.
Leerlo me hizo darme cuenta de que el sentido de la vida es mucho más profundo de lo que solemos pensar; incluso una experiencia tan extrema puede acercarnos a encontrarlo. En un mundo lleno de pertenencias y consumismo, a veces nos perdemos a nosotros mismos. Claro, es una medida muy extrema, y no deseo vivir algo así, pero no puedo evitar asombrarme. Recuerdo especialmente la historia de una mujer judía que llegó a agradecer esa experiencia, pues antes se consideraba una niña mimada, y ahora era consciente de la maravillosa naturaleza y de la vida misma en todo lo que nos rodea.
Hoy en día, sigo citándolo en varios de mis talleres; definitivamente cambió la perspectiva de mi vida. Quizá no recuerde todos los detalles, pero hablar de esto me ha dado ganas de releerlo.
¿Alguien más de acuerdo?
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