Si tuvieras todas tus necesidades cubiertas –emocionales, intelectuales y
materiales–,
¿A qué dedicarías tu tiempo en servicio al colectivo? ¿Qué es eso que podrías hacer durante horas sin agotarte, que te llena y aporta valor a otros?
Seguramente hemos escuchado, o nos hemos hecho, estas preguntas otras veces, pero…
¿Por qué no te permites ponerlo en práctica, ni que sea parcialmente?
y si te lo has permitido… ¿Qué desafíos has experimentado?
Para mí, el principal desafío es mantener el equilibrio entre mente y corazón: El propósito nace del corazón, y debe ser guiado por él. Mientras que la mente es una herramienta necesaria e imprescindible para la manifestación de tal propósito aquí en la tierra, en este mundo, en esta sociedad.
La mente debería estar siempre al servicio del corazón, pero el agotamiento, los miedos, el instinto de supervivencia e incluso el deseo sincero de que todo “salga bien”, nos llevan a menudo a invertir la jerarquía. Al final, parece que todo nos remite a confiar más en nosotros y en la vida misma.
¿Qué otro desafío has experimentado tú?